viernes, 7 de agosto de 2015

A solas con sus demonios

Y entonces llegó ella. Para quererlo de una forma que él desconocía. 

La pasión, lujuria y el deseo no eran las únicas sensaciones que le hacía sentir, también despertó ternura. 

Ese sentimiento tan desconocido lo hizo alejarse, o ese fue el color con el que ella decidió pintar el infierno en el que la dejó encerrada con sus propios demonios desde que cerró la puerta, esa que ella mantenía abierta para entregarle todo.


Lo que se calla

Muchas veces nos callamos las cosas por pensar que los demás no entenderían, pero lo que no sabemos es que, tal vez, nos entiendan perfectamente.

En el pasado me callé muchas cosas por esos temores, algo tontos, pero hace un tiempo aprendí que es mejor hablar y no estar pensando: ¿qué pasaría sí…?

Tenía ese pensamiento casi como un mandamiento; sin embargo, decidí violarlo y callarme lo que sentía. Luego empecé a tener sueños recurrentes donde lo besaba y empecé a preguntarme ¿cómo sería? ¿Sería mejor que en el sueño? ¿Hay posibilidad de intentarlo? Eso me empujó a decirle, por fin, que me llamaba la atención más de la cuenta.

Jamás esperé que respondiera que él también, porque sabía que diría: ¡Disculpa, no comparto el mismo sentimiento! … Cosa que hizo y terminó confirmando que no me equivocaba.

Lo siguiente que le solté fue que me gustó desde que lo vi y él respondió que sintió lo mismo, pero que pensó que en ese momento yo estaba con alguien más y no quiso interponerse.


No hay nada peor que el peso de lo que no se dice.



jueves, 6 de agosto de 2015

Juegos de azar

Ya sabía que perdería. Había visto sus cartas, estudiado a sus contrincantes y estaba segura de que la suerte no estaba de su lado; sin embargo, quiso jugar para calmar sus tristezas.

Intentó salir un rato de su rutina, aunque en los ojos de su último oponente percibió desde un principio que perdería. Sabía, que aún poniendo su mejor cara de póquer, él podría leer en su mirada y movimientos que ella no tenía confianza en su destreza.

Solo bastó un segundo. Bajó la mirada para ver nuevamente lo que tenía entre las manos y, en ese momento, él realizó su movida magistral. Eso la desconcertó por completo. Le hizo creer que tenía oportunidad de ganar, que se llevaría el gran pote que tenía sobre la mesa, pero solo era un engaño.

Al darse cuenta de la trampa ya era demasiado tarde. Ya no podía escapar. Así fue como presenció cuando él estiró sus brazos para llevarse consigo las tristezas y pocas alegrías que conservaba y que había puesto sobre la mesa. En ese instante ella entendió que sus miedos, que la alertaban y hacían temblar bajo su piel, tenían fundamento real.


Reunió toda la dignidad que le quedaba y decidió levantarse de la mesa poco a poco. Trató de irse con la cabeza en alto, pero la vergüenza de sentirse desnuda frente a un desconocido experto en este juego, la hizo voltear la cara. 

De esta forma, vio por última vez aquellos ojos que la engañaron durante toda la partida creyendo que tenía un chance, mientras él ya había calculado todos los movimientos para llevarla a su propia ruina.