martes, 22 de febrero de 2011

¿Quién pierde y quién gana?


Y así fue como hoy me di cuenta, una vez más, que la razón nunca le ganará al corazón. La razón se nutre de experiencias ajenas, pero el corazón lo hace día a día con pequeñas cosas.

Por esa razón, hoy celebraré ese triunfo bailando desnuda al ritmo de la tristeza. Aunque, preferiría bailar desnuda contigo al ritmo de nuestros sentimientos y luego fumarnos un cigarro en nombre del tiempo...




lunes, 21 de febrero de 2011

Esclavas de las apariencias


¿Cuánto tiempo pierde una mujer entre secarse el cabello, ponerse las uñas y pestañas postizas, maquillarse y vestirse? ¿Unas dos o tres horas? Si sacamos cuentas: el día tiene 24 horas, dormidos 8 – cuando tenemos suerte-, trabajamos otras 8 y nos calamos 2 horas o más atascados en las interminables colas; ¿Cuánto tiempo queda? Digamos que unas 6 horas aproximadamente… ¿Les parece aceptable perder tanto tiempo en mantener una apariencia que a fin de cuentas no es importante? Cuando morimos la gente no nos recuerda por cómo nos veíamos, sino por cómo éramos.

La vida es efímera y pasa en un abrir y cerrar de ojos, todo esto mientras algunas se arreglan o encargan de mostrar a alguien que no existe para ser aceptada por una sociedad que se basa en las apariencias.

¿Cuántas veces no has escuchado decir a algún amigo: me acosté con una mujer y me levanté con otra completamente diferente? ¡Claro! Si la caraja tiene cuatro kilos de maquillaje; cabello, uñas y pestañas postizas, tal vez una faja y cuanta vaina se les ocurre… ¿No lo van a decir?

Otras de las cosas que también oímos de nuestros amigos es: Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo lleva a la playa. Este es otro punto interesante, por lo menos para mí. Se supone que uno va a la playa a disfrutar del sol, el mar y a relajarse por el hecho de salir de la rutina que nos ahoga durante la semana.

Lo cómico en estos casos, son las mujeres que se van maquilladas y con el cabello como recién salido de la peluquería… ¿En realidad disfrutan del ambiente o del paisaje? ¿De verdad se relajan y disfrutan con los amigos? Están es pendientes de no mojarse el cabello porque: “¡Por favor! Yo no voy a dejar que me vean despeinada o que vean cómo se me corre el maquillaje”

“La suerte de las feas, las bonitas las desean” estoy cansada de escuchar esta frase y burlarme de ella. No es que las feas tengan suerte, es que tienen autoestima y se muestran tal cual son… Esa cualidad es algo que ningún maquillaje, o cantidad de vainas que se le ocurren a las bonitas, puede igualar.

¿Saben qué sería excelente? Cambiar el “yo me acuesto con una mujer y amanezco con otra diferente” por un “yo me acuesto con una mujer y amanezco con la misma”. Dejen de ser esclavas de las apariencias y vivan la vida disfrutando de el tiempo que se les concede... Aprendan a crecer como personas y dejen de preocuparse por cosas sin importancia. A fin de cuentas, el tiempo sigue corriendo y siempre nos pasa factura.







jueves, 17 de febrero de 2011

Ella


Todos los días es la misma rutina. Ir a clases, trabajar, llegar a comer y ponerse a hablar con gente que no existe. Su vida es monótona y sedentaria, pero algunas veces sale de la rutina y se siente viva como nunca.

Empieza a disfrutar de todo y a ver las cosas con los ojos de alguien que ve por primera vez el mundo. Decide que es momento de vivir y de arriesgar todo lo que tiene. Lo que no sabía era que esos placeres de la vida no estaban destinados para ella; su vida siempre fue y será solitaria porque hay personas que no nacen para encontrar a su alma gemela o a alguien que los valore en realidad.

Un día creyó encontrar a esa persona por la que había esperado por tanto tiempo, pero muy tarde se dio cuenta de que él también  la abandonaría.

Mientras duró esa ilusión tenía más ganas de vivir que nadie que haya conocido. Era tan feliz que se le notaba en el exterior, irradiaba la felicidad e iluminaba a quienes la rodeaban.

Un día decidió salir a dar un paseo porque tenía mucho tiempo sin poder pensar mientras caminaba por las calles oscuras y frescas de la ciudad. Paró en un cruce de peatones y miró a una sola dirección. Al intentar cruzar para encontrarse con él sintió que algo la levantaba del suelo. Cayó sin previo aviso al asfalto golpeando todo su ser, pero nunca dejó de mirarlo allí parado al otro lado de la calle. La envolvió un sueño tan profundo que nunca logró despertar, pero fue feliz al saber que lo último que vio fue el amor en los ojos de él.

Ella me contó que le daba miedo morir. Pensaba que nadie iría a despedirla, pero en el fondo abrigaba la esperanza de que las personas que apreció y con las que compartió en vida aparecerían… ¡Nunca lo hicieron!

Murió sola en la calle porque él salió corriendo a buscar quien lo ayudara. Cuando la sepultaron, un día lluvioso de mayo, nadie asistió… nadie derramó una lágrima por ella, nadie dijo cosas bonitas, nadie se despidió. Se fue sola, como siempre había temido.